DEFENDAMOS A QUIENES PRODUCEN - Carta editorial

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Desde Fundación Libertad notamos con muchísima preocupación que nuevamente se escuchan desde el oficialismo viejas y remanidas frases contra el sector agropecuario. 

El falso postulado de “cuidemos la mesa de los argentinos” no es más que un ariete para cargar una y otra vez contra el campo. Argentina sigue liderando todos los rankings mundiales en lo que refiere a inflación, un problema que desde hace décadas la mayor parte del mundo ha resuelto. El enorme déficit fiscal, la absoluta incapacidad de ordenar las cuentas públicas, el ataque constante a los sectores productivos que podrían convertirse en los motores del crecimiento genuino del país, son sólo algunas de las verdaderas causas del recurrente fracaso económico argentino y de que en la mesa de los argentinos cada vez falten más productos.

A este último punto debemos prestarle especial atención, ya que por estos días, se reitera la acusación a los productores del campo de ser “formadores de precios” y de ser quienes generan inflación en Argentina. Nada más errado. El Gobierno describe a unos supuestos terratenientes malvados, una caricatura de la realidad para posicionar un culpable fuera del Estado, cuando la gran mayoría de los productores son pequeños y medianos, dispersos por todo el país, todos sometidos a los vaivenes económicos que los yerros políticos han provocado y siguen provocando.

Este proceso de atomización convierte al sector productivo agrario de nuestro país en tomadores de precios, no “formadores de precios”, como tan livianamente afirma el kirchnerismo. La presión tributaria promedio argentina es de las más altas del mundo y carece de una correlativa provista de servicios públicos de calidad. Dentro del agro, la presión tributaria acumulada de nación, provincias y municipios, es para el maíz del 49%, para el trigo del 55% y para la soja del 64%. Confiscatorio es un adjetivo que se queda corto para describir el fenómeno, que además no contempla las restricciones impuestas al acceso al tipo de cambio oficial, más conocido como cepo cambiario, que han generado una importante brecha cambiaria, con un tipo de cambio oficial 70% por debajo. Este tipo de brechas generan expectativa devaluatoria debido a que el precio de referencia en las expectativas pasa a ser el tipo de cambio libre.

Tanto el impuesto a las exportaciones como el resto de la carga tributaria genera efectos regionales negativos traducidos en un menor federalismo fiscal, menores recursos económicos a nivel local y un menor nivel de inversión y producción.

Fundación Libertad suma su voz en este debate, aclarando que si queremos cuidar de verdad las mesas de los argentinos, el gobierno debe mirarse adentro, y entender que el crecimiento genuino sólo se producirá liberando las fuerzas productivas del país de las mochilas impositivas, regulatorias y burocráticas.